Me refiero a Principiantes, la versión "sin corregir", íntegra, como la deseaba y la concibió Carver, de De qué hablamos cuando hablamos de amor . El libro que más he disfrutado en mi vida. ¡Estoy emocionado!
Leo, en el Prefacio de los editores:
Raymond Carver dedicó De qué hablamos cuando hablamos de amor a Tess Gallagher en 1981 [curiosamente, el año en el que nací], con la promesa de que algún día volvería a publicar estos relatos con su extensión original. Con su muerte prematura -en 1988, a la edad de cincuenta años-, se vieron truncados todos sus intentos encaminados a cumplir esta promesa. Desde entonces, hemos perseguido la restauración de Principiantes, con el apoyo inquebrantable de la señora Gallagher. Es a ella a quien dedicamos el resultado de nuestros esfuerzos.
Y, en la contraportada, leo una observación de Philip Roth:
Tono, inflexión, ritmo, tempus, talante, proporción, vocabulario, variedad, repeticiones..., todo en la versión original de Principiantes se ha concebido y ejecutado a la perfección. Si alguna vez hubo una pieza literaria que nunca requirió enmienda alguna, es ésta. Pero para su publicación inicial no sólo fue corregida sino terriblemente mutilada por un editor-corrector. Ahora que va a ver la luz en su versión original, los lectores podrán ver cuán emocionalmente rico y lleno de talento artístico es este relato que tienen en sus manos.
Al margen.
Siempre que leía a Carver me venían a la mente las pinturas de Edward Hooper. Quizá Evening, o Nighthawks.
Siempre quise escribir algo al respecto. Uno más de los proyectos que quizá nunca realice.
No hay comentarios:
Publicar un comentario